Entró el primer día en su clase de plástica, luciendo esos pretenciosos anteojos, con su barba cana finamente recortada y vistiendo un jersey demasiado caro para su trabajo mal pagado.
-¡Hola, chicos! Espero por vuestro bien que nos llevemos bien -dijo, riéndose de su propia cacofonía.
«Pedante», pensé. Todos los maestros del “Colegio para chicos” lo eran, pero él se pasaba de rosca. Me pasé todo el curso odiándole: me miraba demasiado. Y yo era un niño: catorce años.
Ahora tengo dieciocho. Hoy se lo presento a mis padres. Nos casamos en mayo.
Necesitaba aprobar y el dibujo siempre se me dio mal.
#MiMejorMaestro
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